dijous, 23 d’octubre del 2014


                      una hermosa canción te pone la piel de gallina
                                te lleva a un mundo mágico ami me ha conseguido   

                              emocionar espero que lleguéis ha creer en este mundo

          Aquí os dejo una hermosa historia de una  hada y su amor y de donde salieron las rosas azules


Pequeño comentario para que nazca la magia en vosotros como en mi:

 Espero que os guste y llegueis ha creer en los seres magicos como yo , en esos seres tan maravillosos, aqui os dejo una imagen maravillosaas sobre una hada es preciosa tanto como la hada como el animal felino que la acompaña


 

hos dejo un pequeña Historia :Éra se una vez una viuda que tenía dos hijas, tan diferentes entre sí que nadie diría que eran hermanas. De la más pequeña decían los que la conocían que era el vivo retrato de su padre, generosa y obediente, y más dulce que un terrón de azúcar. La mayor no podía negar que era digna hija de su madre, siempre con el ceño fruncido y de mal humor. Egoísta, altanera, creía que se lo merecía todo, y así le fue.
Cada día, muy de mañana, la hija menor se levantaba temprano, cogía su cántaro e iba a por agua a la fuente. La pobre nunca se quejaba, aunque tenía que andar más de media legua de camino para llegar.
Uno de esos días, cuando ya había llenado el cántaro y se volvía a casa, se le acercó una anciana que le pidió de beber:
- Tome, señora, beba usted cuanto quiera, que ahora yo lo lleno de nuevo.
Y la anciana bebió.
- Veo que además de hermosa tienes buen corazón. Te concedo un deseo: cada vez que pronuncies una palabra, de tu boca saldrán diamentes y piedras preciosas.
Pero la mujer no era una mujer cualquiera, era un hada disfrazada que quería conocer los verdaderos sentimientos de la joven.
La niña volvió muy contenta a casa, y nada más llegar le contó a la madre lo que le había ocurrido. Las piedras preciosas brotaban de su boca ante el asombro de su madre. Le faltó poco tiempo a la madre para llamar a la otra hija y decirle:
- ¿Has visto a tu hermana? Ya puedes ir a la fuente a por agua, y si una vieja te pide agua se la das amablemente.
- Pero, mamá, ¿me vas a obligar a que vaya hasta la fuente, con lo lejos que está y lo cansada que estoy?
Pero la madre no cedía, y refunfuñando la hermana mayor despreció el cántaro de barro de su hermana y, muy peripuesta, llevó consigo el más hermoso jarro de plata de la casa.
Llegó a la fuente, llenó el cántaro y una hermosa señora, elegantemente vestida, se le acercó a pedirle un poco de agua.
- ¿Qué pasa, que no sabes cogerla tú con tus propias manos? ¿qué te has creído, que a mí no me cansa? Déjame, que estoy esperando a otra persona.
- Ahora sé lo que en verdad hay en tu corazón, cada vez que hables de tu boca saldrán sapos y culebras.
Y volvió a su casa. La madre le preguntó que qué tal le había ido y ella, entonces, comenzó a decirle que había visto a una hermosa mujer, pero su madre no pudo terminar de oír la historia del asco que le provocaban los bichos saliendo de su boca.
- Tú tienes la culpa de lo que le ha pasado a tu hermana - le dijo a la hija menor, mientras se le acercaba con la mano levantada. La niña tenía tanto miedo de que le pegaran que salió huyendo de la casa. Se adentró en el bosque llorando, se sentía muy sola y triste. A su espalda escuchó el relinchó de un caballo.
- ¿Por qué lloras, hermosa niña? ¿Tú crees que es justo que unos ojos tan bonitos sufran de ese modo?
Y vio que se acercaba un hermoso príncipe que iba camino de su castillo, y éste le pidió que le contara su historia. A medida que la niña iba contando su aventura, el joven príncipe se iba enamorando de ella. Le gustaba su hermosura, pero más apreciaba la dulzura de sus palabras, la nobleza de sus gestos, y además podía estar seguro de una cosa, tenía buen corazón. Y cuando ella terminó su aventura, la montó en su caballo y se la llevó con él a palacio. Y dicen por ahí que siempre fueron felices.   
 
Este relato nos viene a demostrar dos ideas, que las hadas pueden elegir la apariencia bajo la que se muestran y que recompensan los buenos actos.
 
Es cierto que en ocasiones no son ellas las que eligen su aspecto, sino que es un ser con más poder que ellas, un brujo o una bruja, quien lo elige. El caso más conocido es el de Melusina, que por culpa de un maleficio estaba condenada a convertirse los sábados en serpiente. Pero la historia de Melusina también os la contaré más adelante.
  Como ya mencioné anteriormente, algunos mantienen que las hadas no son las que cambian, sino que es nuestro pensamiento el que las hace cambiar de forma. Son como las imaginamos, las vemos como queremos que sean.
Yo prefiero pensar que son espíritus traviesos y burlones contra la seriedad humana, y si cambian de forma es para desmitificar la supuesta realidad en la que tanto cree el hombre. Algunas hadas, como las Lamias, se caracterizan por su espíritu de negación, dicen sí cuando quieren decir no, y no cuando quieren decir sí, y así lo hacen todo. Basta que creas algo para que ellas te demuestren lo contrario. Pienso que es su traviesa forma de ser la que las hace cambiar de tamaño. Si no me creen, pregunten a un niño, ¿es divertido disfrazarse, hacerse invisible, jugar con los mayores a que crean lo que no es? Pues para ellas también es divertido, y por eso juegan.
 
Respecto al cambio de apariencia, otros relatos demuestran que vemos lo que ellas quieren que veamos, y no al revés.
 
Dicen que hace muchos años, una comadrona dormía tranquila en su cama cuando dos hombres entraron en su casa precipitadamente. Todo fue tan rápido que la mujer no supo cómo reaccionar. Más tarde contaría que la agarraron de pronto, y sin preguntarle nada la sacaron de la casa. Le taparon los ojos y la montaron en un carro. Notó cómo se detenían y la obligaban a salir. Cuando le quitaron las vendas estaban en una habitación enorme, muy lujosa, donde descansaba una señora vestida de blanco, bellísima, que estaba dando a luz. De pronto sintió una presión en sus ojos, alguien le untaba algo y la casa se convirtió en un cuartucho sucio y pobre. La mujer estaba tan sorprendida que pensó que había visto visiones, probablemente por haber llevado tanto tiempo los ojos cerrados. Ya sabemos que cuando se pasa mucho tiempo en la oscuridad, los ojos tardan en acostumbrarse a la luz y no vemos bien durante un rato. La  comadrona conocía muy bien su deber y se puso manos a la obra. Minutos después un hermoso niño lloraba en sus brazos. Luego se lavó las manos y con la mano derecha húmeda se frotó el ojo. De nuevo unas manos le vendaron los ojos y la devolvieron a su casa.
Una mañana, en el mercado, vio a uno de los hombres que la llevaron a esa casa:
- ¿Cómo está el niño, está muy hermoso?
El hombre le miraba con ojos atónitos.
- ¿Con qué ojo me ves?
Sorprendida por la pregunta cerró los ojos de forma alternativa, hasta que se dio cuenta de que era el derecho.
- Con el derecho.
El hombre le metió el dedo en el ojo y ya nunca más lo volvió a ver.
 
Según afirman, el cambio de apariencia les supone un notable esfuerzo, un importante consumo de energía, por lo que si adoptan el tamaño de un ser grande no lo pueden mantener mucho tiempo. Éste es el motivo de que la mayoría de las hadas, si tienen que cambiar de forma, prefieran un cuerpo pequeño. Aunque no todas tienen esta cualidad, algunas son tan pequeñas que no pueden cambiar de tamaño.
 
En relación con su apariencia física, independientemente de que sean grandes o pequeñas, suelen tener algunos rasgos delatores. Dicen que cuando adoptan la forma humana, siempre tienen algún rasgo exagerado o deformado que las descubre. El más conocido son sus orejas puntiagudas, como recordamos en Campanilla. Otros son sus pies, a veces de cabra; o los pechos, normalmente muy largos y colgantes; o la espalda, totalmente hueca. En la descripción de las hadas suele ser muy común la referencia a su largo cabello rubio que cumple una doble función, además de resaltar su belleza oculta este rasgo deforme. Las Aguane, por ejemplo, tienen los pies al revés, las Vile yugoslavas tienen pies de cabra, las Mujeres del Río tienen los pechos tan largos y deformes que se los echan a la espalda y los tapan con los cabellos, y de las Lamias dicen que pueden tener pies de cabra o de oca.



En muchas hadas, aunque no es un rasgo común a todas ellas, se pueden descubrir dos pares de alas en su espalda, el segundo más pequeño, que no usan para volar. Al ser seres etéreos el pensamiento les puede servir para desplazarse o volar, sin necesidad de un miembro destinado a ello. También se habla de que las suele envolver un halo luminoso. Si recordamos la versión de Disney, Campanilla siempre está rodeada de un halo luminoso, una especie de polvo dorado, que es el que permite que pueda volar. Cuando la perra Nana no puede volar, espolvorea al animal hasta que éste empieza a elevarse.
 
Respecto a su materia, además de cambiante, es espiritual, etérea, por lo que la mayoría de las veces son invisibles al ojo humano. Prefiero decir invisibles sólo al ojo humano porque parece ser que los animales, con los sentidos más agudos que los nuestros, como la vista, oído y olfato,  parece ser que sí notan su presencia. Tienen la capacidad de hacerse a su antojo invisibles y visibles al ojo humano, por eso es tan difícil verlas. En un bosque, por ejemplo, puede ser que veamos una dríade, un ser con apariencia de mujer y de pronto desaparece esa imagen y sólo escuchamos el rumor de unas hojas, y nuestra razón se encarga de informarnos de que era el viento. Pero no, puede ser que no nos hubiéramos equivocado, y en realidad fuera una dríade que se volvió invisible y sólo nos quedó el rumor de  las hojas. Es comprensible que muchas personas no crean en las hadas, porque son cambiantes, casi invisibles, y juegan con nosotros. Algunos mortales tienen capacidad para verlas: los nacidos en domingo, aquéllos con sensibilidad especial y los poseedores de un talismán élfico. Y, sin duda, también es más fácil verlas si crees en ellas, porque si no tu razón tratará de buscar una explicación convincente.
Entre sus rasgos también poseen facultades mágicas. Pueden ayudar a los hombres, beneficiarlos, o pueden hacerles daño con sus poderes. Como veremos más adelante, una Seligen puede convertir una flecha en plastilina, si con eso consigue que un hombre no mate a un animal; una Anjana puede convertirse en fuego para escarmentar a un hombre malo, o una Rusalki puede atraer a un hombre con sus poderes para ahogarlo.
Entre otras facultades conocen los poderes de las plantas, hablan con los animales, pueden trabajar más rápido que los hombres sin esfuerzo y, muchas veces, usan sus tremendos poderes para hacer que los hombres se obsesionen con ellas hasta la muerte.

dimarts, 21 d’octubre del 2014

Hadas de Fuego



Fuego: Es el elemento tanto de la Creación como de la Destrucción. Así como el fuego destruye árboles, nueva vida puede crecer en su lugar. El fuego también es elemento de la Transmutación, muchas sanaciones son llevadas a cabo mediante la capacidad transmuta dora del fuego.
Representa el verano y al pleno día. Es el reino de la Salamandra Legendaria o Lagarto del Fuego. La Salamandra nos dice que todas las cosas son posibles con un poco
Las Hadas de Fuego son también conocidas como Salamandras. Las Salamandras son las
Hadas mas respetadas, poderosas y valoradas por los Magos y Hechiceros. Estas Hadas
también son conocidas por "Llama Del Mago" y "Guardianas Del Sur"
de imaginación y coraje.
Las Salamandras controlan el fuego. Después de terminar el periodo terrestre, se transforman en:
Ra-Arus: Es la máxima categoría.
Farrallis: Son las que trabajan como maestros.
Hiarrus: Elaboran los planes a ejecutar.
Aspiretes: Son las que ejecutan.

Tienen el control absoluto del Fuego, trabajan durante las tormentas orientando los rayos
 que se producen. Son de la estación verano y aparecen al medio día.

Limniades:
Pequeñas esferas de luz sin cuerpo.
Son conocidas por humanos, ya que les gusta dejarse ver a menudo.
Su aparición va seguida de eventos benéficos o la llegada de Magos u otras Hadas.

Características:
Color: Rojo.
Tipo Energía: Proyectiva.
Metales: Oro y Latón.
Dirección: Sur.
Tiempo: Medio día.

la pirepillán


La leyenda de las hadas de los nieves :

Cuenta la historia que había una vez un gran guerrero, valiente y fuerte como pocos que se llamaba Copahue.
La gente de la tribu de Copahue se había instalado en la zona norte de la provincia de Neuquén, cerca de la Cordillera de los Andes, y hacía allí se dirigía el gran guerrero junto con sus compañeros, venían desde el otro lado de la Cordillera del Viento, volvían de un viaje a Chile.
A pesar de que todos eran muy fuertes y estaban acostumbrados porque habían hecho ese mismo camino muchas veces, el viento que soplaba les estaba dificultando la travesía.
Copahue asentaba bien cada uno de sus pies en el terreno y avanzaba con la cabeza gacha y los ojos entrecerrados. Sus guerreros hacían lo mismo pero alguno que otro trastabillaba y caía.
El viento comenzó a hacerse cada vez más fuerte y luego se unió con la lluvia. La tormenta desencadenó toda su furia. La cordillera entera comenzó a temblar y grandes rocas caían por las laderas arrastrando a quien se encontrara a su paso.
El frío se hizo presente y comenzó a entumecer los miembros agarrotados de la expedición, lo que hacía aún más dificultosa la marcha.
De pronto se escuchó un gran rugido y una avalancha de piedra y tierra cayó en medio del grupo.
Cuando Copahue abrió los ojos, vio que estaba solo. La tormenta ya había cesado y el rojizo sol de la tarde apenas alumbraba por arriba de las cimas de los cerros de la cordillera.
Se puso de pie y comenzó a caminar sin sentido, pues los golpes lo habían desorientado. De pronto vio que sobre la ladera de un cerro había un toldo y de éste se escapa el resplandor de un fuego.
Caminó directo hacia allí lo más rápido que pudo, pero las lastimaduras lo obligaron a detenerse algunas veces para recobrar el aliento y aguantar el dolor.
Cuando por fin llegó, abrió el cuero que servía de puerta y allí vio a una joven hermosa, la mujer más bella que jamás había visto en toda su vida.
—Puedes pasar Copahue.
El hombre entró sabiendo que se hallaba ante un ser mágico: un hada.
—Mi nombre es Pirepillán y no te preocupes por tus heridas porque las atenderé.
Copahue se dejó guiar por la muchacha que pronto le examinó las heridas, lo lavó y le colocó diversas hierbas y ungüentos. También le dio de beber una infusión con hierbas curativas y pronto se quedó dormido.
Cuando despertó ella estaba a su lado, mirándolo con una sonrisa.
—Ahora recuerdo quién eres, alguna vez te han llamado el Hada de la Nieve.
—Muchos nombres tengo, para ti seré Pirepillán.
El guerrero asintió y al moverse se dio cuenta que sus heridas ya no estaban.
—Ahora debes irte, pero antes de hacerlo debo decirte que llegarás a ser muy grande, el más poderoso de tu pueblo… pero también te diré que eso te costará la vida.
Copahue agradeció el mensaje y las atenciones recibidas, luego la saludó y partió.
A poco tiempo de llegar, fue elegido como el nuevo lonko (jefe) de la tribu y dirigió muchas batallas de las que siempre salió victorioso.
Muchas tribus que lo consideraban invencible eligieron unírse-le antes que enfrentarlo y la fama de Copahue trascendió de boca en boca.
Pero a pesar de todas sus victorias, el corazón de Copahue estaba acongojado porque después de haber conocido al hada Pirepillán, ninguna otra mujer podía satisfacerlo. Amaba algo que no podía alcanzar y ese deseo incumplido le quitaba el sueño por las noches.
Un día llegó a su tribu un mapuche que le contó que tenía noticias sobre el Hada de la Nieve.
—Dime todo lo que sepas —le gritó Copahue a manera de orden.
El hombre entonces dijo:
—El Hada de la Nieve está prisionera, ha sido raptada por dos monstruos terribles, Uno es un puma con dientes tan afilados que pueden cortar el viento. La otra criatura es un cóndor con dos cabezas tan grandes que puede comerse a medio hombre de un solo picotazo.
—Iremos a rescatar al hada Pirepillán.
Los más ancianos y sabios se reunieron a su alrededor y le dijeron:
—Eres un valiente guerrero pero tus palabras no son sabias. La expedición que quieres llevar adelante obedece únicamente a tu deseo personal por Pirepillán, no para traer un bien a la comunidad.
—Es un hada que me salvó de la muerte.
—No sólo tendrás que vencer a esos dos monstruos, sino que tendrás que subir el volcán donde se encuentra. No puedes ir sin magia, necesitas un talismán poderoso que te proteja.
—No hay tiempo para preparar nada, en cuanto mis hombres estén listos partiré, y si no lo están, partiré solo.
Copahue hizo oídos sordos a los consejos de los ancianos y dirigió la expedición. Cuando llegó al pie del volcán, se despidió de sus hombres y comenzó a subir solo.
Al principio el ascenso fue fácil, pero a medida que iba subiendo las paredes comenzaron a ser más lisas, sin ningún agujero o saliente donde aferrarse o donde apoyar el pie. El viento que sopaba parecía querer empujarlo hacia el fondo y los dedos de las manos comenzaron a agarrotárse-les por el frío.
Los hielos salientes eran filosos y Copahue sintió el dolor de las heridas del frío. Y cuando sus esperanzas comenzaron a desvanecerse le rogó a Nguenechén que lo ayudara a cumplir con la tarea.
Cuando terminó la oración abrió los ojos y frente a él había una grieta que bien podía ser la entrada a una caverna. Copahue se metió por allí y no había avanzado más que unos metros cuando una sombra se proyectó sobre él, se arrojó a un costado justo a tiempo. Un gigantesco puma con los colmillos más largos y filosos que jamás hubo visto había intentado matarlo.
Copahue no tuvo miedo y enfrentó la mirada de la bestia y cuando ésta se lanzó con sus zarpas y colmillos dispuestos a devorarlo, Copahue extendió su lanza hacia delante y la sostuvo con fuerza y el cuerpo del monstruo no tardó en atravesarla. Luego el guerrero empujó a la fiera hasta el borde del acantilado hasta que finalmente desapareció en el precipicio.
Se volvió hacia el fondo de la gruta donde pronto encontró a Pirepillán, que a pesar del cautiverio estaba tan hermosa y radiante como la había visto la primera vez, pero antes de que lograran unirse en un abrazo el Hada de la Nieve le gritó:
—¡Cuidado!
Copahue se agachó justo a tiempo para esquivar los mortíferos picotazos del Cóndor de Dos Cabezas. El guerrero no perdió tiempo y pronto desenfundó su pequeño pero filoso cuchillo con el que, con dos rápidos movimientos, decapitó ambas cabezas del ave infernal.
Pirepillán salió del agujero en la roca que se había metido para evitar el ataque de esos dos monstruos y corrió al encuentro de su amado guerrero.
—¡Copahue! —exclamó la hermosa muchacha rodeándolo con sus brazos.
El cacique no pudo menos que abrazarla y la retuvo así un largo rato, ya que su más profundo deseo se había convertido en realidad.
—Vámo-nos, mis hombres me están esperando.
—Espera, conozco un camino más fácil, encontraremos a tus hombres una vez que lleguemos abajo.
El guerrero asintió y siguió a su amada por una pendiente estrecha.
Al poco de andar vio que el camino comenzaba a relucir cada vez más hasta que se dio cuenta que estaba en una gruta de oro.
—¡Éste es el famoso tesoro del volcán! —exclamó Copahue.
Pirepillán se volvió para mirarlo y dijo:
—Así es, pero no has venido por el tesoro, has venido por mí.
El cacique miró al hada y luego el oro, por un momento la duda embargó su mente, pero luego el amor de su corazón fue más fuerte y dijo:
—Tú eres mi tesoro —y continuó caminando.
Rápidamente llegaron al exterior y luego de bordear el volcán encontraron a los hombres del famoso guerrero.
Cuando llegaron a sus tierras se casaron y vivieron juntos como marido y mujer. Pero algo cambió en el temperamento de Copahue, pues ya no estaba deseoso por ir a la guerra y derramar sangre enemiga.
Poco a poco, el descontento de su propio pueblo fue aumentando. La tribu de Chillimapu había entrado en su territorio y lo desafiaban a pelear, pues decían que Copahue había perdido su antigua fuerza.
El viejo cacique había encontrado el amor y ya no sentía deseos de pelear, pero fue tanta la insistencia de su pueblo que le presentó batalla al enemigo. Murió con honor y como lo hubiera hecho un buen guerrero, murió en el campo de batalla.
Pirepillán no podía creer la noticia, cuando la recibió en su propia casa, mientras abrazaba a la hija que había tenido con Copahue.
La gente comenzó a culpar-la por la derrota y por la muerte de su gran héroe. El odio se abrió paso como un alud en la montaña y una noche la fueron a buscar a su tienda.
La arrastraron de los sedosos y brillantes cabellos, dispuestos a matarla. El Hada de la Nieve, quien después de tanto tiempo ya casi no tenía magia, gritó el nombre de la única persona que podía ayudarla:
—¡Copahue!
Los hombres que la habían secuestrado se asustaron y le clavaron sus puñales, para luego salir corriendo despavoridos, presas del pánico por lo que habían hecho.
La sangre de Pirepillán pronto se volvió transparente y se transformó en el agua sanadora que hoy recibe el nombre de Termas de Copahue.
*La presente versión de esta leyenda mapuche es relatada por un anciano, descendiente directo de una machi, que se dedicaba a enseñar el idioma mapuche a quien quisiera oírlo.

Las Xanas:

Son pequeñas Damas que viven en las fuentes,
y salen a la superficie solo por las noches,
y solo si es que están seguras de que no hay intrusos cerca.
Lavan su liviano ropaje con el agua e
n el cual viven y la ponen a secar bajo la fría luz de la Luna.
Estas ropas suelen ser de tules o velos,
aunque los afortunados que han logrado ver estas Damas
ha manifestado que van desnudas.
Son muy pequeñitas,
ya que no sobrepasan los 40 cm. de altura,
muy delgadas, de extremada belleza y larguísimo cabellos brillantes.



La Dama Del Lago:
 
Ésta Hada tiene una peculiar característica,
y es que el lago es imaginario.

En un claro del bosque, donde decide instalarse,
construye un hogar magnifico, que es por si casi transparente,
de paredes cristalinamente, y esta Dama,
para no ser vista ni detectada por los humanos,
crea una ilusión óptica sobre la niebla,
simulando un lago de aguas puras y tranquilas.
De esta manera ella y su reino quedan ocultos
de las miradas indiscretas.