Pequeño comentario para que nazca la magia en vosotros como en mi:
Espero que os guste y llegueis ha creer en los seres magicos como yo , en esos seres tan maravillosos, aqui os dejo una imagen maravillosaas sobre una hada es preciosa tanto como la hada como el animal felino que la acompaña
![](http://www.devlinoneill.com/wp-content/gallery/pixies-episode-6/fairy-1.jpg)
hos dejo un pequeña Historia :Éra se
una vez una viuda que tenía dos hijas, tan diferentes entre sí que
nadie diría
que eran hermanas. De la más pequeña decían los que la conocían que
era el vivo retrato de su padre, generosa y obediente, y más dulce que
un terrón de azúcar. La mayor no podía negar que era
digna hija de su madre, siempre con el ceño fruncido y de mal humor.
Egoísta, altanera, creía que se lo merecía todo, y así le fue.
Cada día, muy de mañana, la hija menor se levantaba temprano, cogía su cántaro e iba a por agua a la fuente. La pobre
nunca se quejaba, aunque tenía que andar más de media legua de camino para llegar.
Uno de esos días, cuando ya había llenado el cántaro y se volvía a casa, se le acercó una anciana que le pidió de
beber:
- Tome, señora, beba usted cuanto quiera, que ahora yo lo lleno de nuevo.
Y la anciana bebió.
- Veo que además de hermosa tienes buen corazón. Te concedo un deseo: cada vez que pronuncies una palabra, de tu boca
saldrán diamentes y piedras preciosas.
Pero la mujer no era una mujer cualquiera, era un hada disfrazada que quería conocer los verdaderos sentimientos de la
joven.
La
niña volvió muy contenta a casa, y nada más llegar le contó a la madre
lo que le había ocurrido. Las piedras
preciosas brotaban de su boca ante el asombro de su madre. Le faltó
poco tiempo a la madre para llamar a la otra hija y decirle:
- ¿Has visto a tu hermana? Ya puedes ir a la fuente a por agua, y si una vieja te pide agua se la das
amablemente.
- Pero, mamá, ¿me vas a obligar a que vaya hasta la fuente, con lo lejos que está y lo cansada que estoy?
Pero la madre no cedía, y refunfuñando la hermana mayor despreció el cántaro de barro de su hermana y, muy peripuesta,
llevó consigo el más hermoso jarro de plata de la casa.
Llegó a la fuente, llenó el cántaro y una hermosa señora, elegantemente vestida, se le acercó a pedirle un poco de
agua.
- ¿Qué pasa, que no sabes cogerla tú con tus propias manos? ¿qué te has creído, que a mí no me cansa? Déjame, que
estoy esperando a otra persona.
- Ahora sé lo que en verdad hay en tu corazón, cada vez que hables de tu boca saldrán sapos y culebras.
Y
volvió a su casa. La madre le preguntó que qué tal le había ido y ella,
entonces, comenzó a decirle que había visto
a una hermosa mujer, pero su madre no pudo terminar de oír la
historia del asco que le provocaban los bichos saliendo de su boca.
-
Tú tienes la culpa de lo que le ha pasado a tu hermana - le dijo a la
hija menor, mientras se le acercaba con la
mano levantada. La niña tenía tanto miedo de que le pegaran que
salió huyendo de la casa. Se adentró en el bosque llorando, se sentía
muy sola y triste. A su espalda escuchó el relinchó de un
caballo.
- ¿Por qué lloras, hermosa niña? ¿Tú crees que es justo que unos ojos tan bonitos sufran de ese modo?
Y
vio que se acercaba un hermoso príncipe que iba camino de su castillo, y
éste le pidió que le contara su historia. A
medida que la niña iba contando su aventura, el joven príncipe se
iba enamorando de ella. Le gustaba su hermosura, pero más apreciaba la
dulzura de sus palabras, la nobleza de sus gestos, y
además podía estar seguro de una cosa, tenía buen corazón. Y cuando
ella terminó su aventura, la montó en su caballo y se la llevó con él a
palacio. Y dicen por ahí que siempre fueron felices.
Este relato nos viene a demostrar dos ideas, que las hadas pueden elegir la apariencia bajo la que se muestran
y que recompensan los buenos actos.
Es
cierto que en ocasiones no son ellas las que eligen su aspecto, sino
que es un ser con más poder que ellas, un
brujo o una bruja, quien lo elige. El caso más conocido es el de
Melusina, que por culpa de un maleficio estaba condenada a convertirse
los sábados en serpiente. Pero la historia de Melusina
también os la contaré más adelante.
Como ya mencioné anteriormente, algunos mantienen que las hadas no son las que cambian, sino que es nuestro
pensamiento el que las hace cambiar de forma. Son como las imaginamos, las vemos como queremos que sean.
Yo prefiero pensar que son espíritus traviesos y burlones contra la seriedad humana, y si cambian de forma es
para desmitificar la supuesta realidad en la que tanto cree el hombre.
Algunas hadas, como las Lamias, se caracterizan por su espíritu de
negación, dicen
sí cuando quieren decir no, y no cuando quieren decir sí, y así lo
hacen todo. Basta que creas algo para que ellas te demuestren lo
contrario. Pienso que es su traviesa forma de ser la que las
hace cambiar de tamaño. Si no me creen, pregunten a un niño, ¿es
divertido disfrazarse, hacerse invisible, jugar con los mayores a que
crean lo que no es? Pues para ellas también es divertido, y
por eso juegan.
Respecto al cambio de apariencia, otros relatos demuestran que vemos lo que ellas quieren que veamos, y no al
revés.
Dicen
que hace muchos años, una comadrona dormía tranquila en su cama cuando
dos
hombres entraron en su casa precipitadamente. Todo fue tan rápido
que la mujer no supo cómo reaccionar. Más tarde contaría que la
agarraron de pronto, y sin preguntarle nada la sacaron de la
casa. Le taparon los ojos y la montaron en un carro. Notó cómo se
detenían y la obligaban a salir. Cuando le quitaron las vendas estaban
en una habitación enorme, muy lujosa, donde descansaba una
señora vestida de blanco, bellísima, que estaba dando a luz. De
pronto sintió una presión en sus ojos, alguien le untaba algo y la casa
se convirtió en un cuartucho sucio y pobre. La mujer estaba
tan sorprendida que pensó que había visto visiones, probablemente
por haber llevado tanto tiempo los ojos cerrados. Ya sabemos que cuando
se pasa mucho tiempo en la oscuridad, los ojos tardan en
acostumbrarse a la luz y no vemos bien durante un rato. La
comadrona conocía muy bien su deber y se puso manos a la obra. Minutos
después un hermoso niño lloraba en sus brazos. Luego se
lavó las manos y con la mano derecha húmeda se frotó el ojo. De
nuevo unas manos le vendaron los ojos y la devolvieron a su casa.
Una mañana, en el mercado, vio a uno de los hombres que la llevaron a esa casa:
- ¿Cómo está el niño, está muy hermoso?
El hombre le miraba con ojos atónitos.
- ¿Con qué ojo me ves?
Sorprendida por la pregunta cerró los ojos de forma alternativa, hasta que se dio cuenta de que era el derecho.
- Con el derecho.
El hombre le metió el dedo en el ojo y ya nunca más lo volvió a ver.
Según afirman, el cambio de apariencia les supone un notable esfuerzo,
un importante consumo de
energía, por lo que si adoptan el tamaño de un ser grande no lo
pueden mantener mucho tiempo. Éste es el motivo de que la mayoría de las
hadas, si tienen que cambiar de forma, prefieran un cuerpo
pequeño. Aunque no todas tienen esta cualidad, algunas son tan
pequeñas que no pueden cambiar de tamaño.
En relación con su apariencia física, independientemente de que sean grandes o
pequeñas, suelen tener algunos rasgos delatores. Dicen que cuando adoptan la forma humana, siempre tienen algún rasgo exagerado o deformado que las
descubre. El más conocido son sus orejas puntiagudas,
como recordamos en Campanilla. Otros son sus pies, a veces de cabra; o
los pechos,
normalmente muy largos y colgantes; o la espalda, totalmente hueca.
En la descripción de las hadas suele ser muy común la referencia a su
largo cabello rubio que cumple una doble función, además
de resaltar su belleza oculta este rasgo deforme. Las Aguane, por
ejemplo, tienen los pies al revés, las Vile yugoslavas tienen pies de
cabra, las Mujeres del Río tienen los pechos tan largos y
deformes que se los echan a la espalda y los tapan con los cabellos,
y de las Lamias dicen que pueden tener pies de cabra o de oca.
En muchas hadas, aunque no es un rasgo común a todas ellas, se pueden descubrir
dos pares de alas en su espalda, el segundo más pequeño, que no usan para volar. Al ser seres etéreos el
pensamiento les puede servir para desplazarse o volar, sin necesidad de un miembro destinado a ello. También se habla de que las suele envolver un halo luminoso. Si recordamos la
versión de Disney, Campanilla siempre está rodeada de un halo luminoso, una especie de polvo dorado, que es el que permite que pueda volar.
Cuando la perra Nana no puede volar, espolvorea al animal hasta que éste empieza a elevarse.
Respecto a su materia, además de cambiante, es espiritual, etérea, por lo que la mayoría de las veces
son invisibles al ojo humano. Prefiero decir
invisibles sólo al ojo humano porque parece ser que los animales, con
los sentidos más agudos que los nuestros, como la vista, oído y
olfato, parece ser que sí notan su presencia. Tienen la capacidad
de hacerse a su antojo invisibles y visibles al ojo humano, por eso es
tan difícil verlas. En un bosque, por ejemplo, puede
ser que veamos una dríade, un ser con apariencia de mujer y de
pronto desaparece esa imagen y sólo escuchamos el rumor de unas hojas, y
nuestra razón se encarga de informarnos de que era el
viento. Pero no, puede ser que no nos hubiéramos equivocado, y en
realidad fuera una dríade que se volvió invisible y sólo nos quedó el
rumor de las hojas. Es comprensible que muchas
personas no crean en las hadas, porque son cambiantes, casi
invisibles, y juegan con nosotros. Algunos mortales tienen capacidad
para verlas: los nacidos en domingo, aquéllos con sensibilidad
especial y los poseedores de un talismán élfico. Y, sin duda,
también es más fácil verlas si crees en ellas, porque si no tu razón
tratará de buscar una explicación convincente.
Entre sus rasgos también poseen facultades mágicas.
Pueden ayudar a los hombres, beneficiarlos, o pueden hacerles daño con
sus poderes. Como veremos más adelante, una Seligen puede convertir una
flecha en plastilina, si con
eso consigue que un hombre no mate a un animal; una Anjana puede
convertirse en fuego para escarmentar a un hombre malo, o una Rusalki
puede atraer a un hombre con sus poderes para
ahogarlo.
Entre
otras facultades conocen los poderes de las plantas, hablan con los
animales, pueden trabajar más rápido que los
hombres sin esfuerzo y, muchas veces, usan sus tremendos poderes
para hacer que los hombres se obsesionen con ellas hasta la muerte.